CABECERA POLIBEA LITERARIA mayo 2020
logo editorial polibea

EDITORIAL POLIBEA. Ronda de la Avutarda, 3. 28043 MADRID
Teléfono: 91 759 53 72.
Correo-e: polibea@polibea.com / maqueta@polibea.com / publicaciones@polibea.com / libreria@polibea.com

Portada de De los dioses y del mundo / La piedad apasionada, de Fernando Savater

¿Quién es Christopher Caudwell?

por Manuel Neila

Hace poco más de cuatro décadas, el poeta británico Stephen Spender se preguntaba acerca de las causas por las que los hombres y mujeres ingleses lucharon y murieron en España en defensa de la República. De hecho, desde que acabó la Guerra Civil, en la que tuvo una fugaz intervención, venía pensando en la posibilidad de que, en algún lugar de aquella España, “en una pared o una muralla —en algún lugar de honor—”, se escribieran los nombres de cuatro escritores ingleses que murieron en España por la libertad. Se llamaban John Cornford, Christopher Caudwell (St. John Sprigg), Julian Bell y Ralph Fox: “todos ellos hombres de una inteligencia notable, que empezaron a revelarse como escritores interesantes y, sobre todo, constituyeron la expresión vital que resulta de la fusión del conocimiento y de la conciencia”. Cuatro décadas después, hemos creído oportuno dar a conocer en nuestra lengua los poemas verdaderamente conmovedores de uno de aquellos hombres que quedaron para siempre en tierra española, cuyos versos no han perdido contacto, antes al contrario, con su fuente de vida.

Años de formación

Christopher CaudwellPoeta, narrador y ensayista inglés, Christopher St. John Sprigg nació el 20 de octubre de 1907 en Putney, barrio tradicional del municipio londinense de Wandsworth, en el seno de una a familia de ascendencia católica. Tras pasar la mayor parte de su infancia en East Hendred, localidad situada en el condado de Oxfordshire, cursó sus estudios primarios en el colegio benedictino de St. Benet’s (entonces Ealing Priory School). Ya en esos años manifestó gran interés por la poesía y por la ciencia, al tiempo que mostraba un evidente desafecto escolar y una notable destreza para los debates de ideas con sus compañeros de estudios. En 1922, poco antes de cumplir los quince años de edad, dejó el colegio para entrar en el diario Yorkshire Observer, donde su padre desempeñaba la función de editor literario por entonces. Y en sus páginas se inició como periodista durante poco más de dos años, a la vez que publicaba un número considerable de reseñas literarias, con preferencia por el género narrativo.
Pasado este tiempo, se instaló en Londres, donde completaría su formación autodidacta en la Biblioteca Británica, y llegaría a ejercer la dirección del British Malaya. Solía decir que aprendió todo lo que sabía en la Biblioteca de Londres. Una vez que se hubo adaptado a la vida londinense de 1925, una ciudad populosa e insalubre como consecuencia del crecimiento desmesurado debido a la revolución industrial, Christopher trabajó como editor de revistas técnicas y en negocios relacionados con la aeronáutica, llegando a fundar con su hermano, Theodore Stanhope Sprigg, una compañía de publicidad vinculada con el sector. Al mismo tiempo, empezó a estudiar ingeniería, mecánica, aeronáutica y física. Consiguió amplios conocimientos de mecánica automovilística, otro de sus intereses juveniles, que fructificaron en diferentes diseños, e incrementó su interés por la física, lo que más adelante daría lugar al libro The Crisis in Physics, uno de los trabajos que tuvo en más alta estima.
Entre 1924 y 1926, cuando aún no había alcanzado la veintena, escribió un considerable número de poemas experienciales, de los que no llegó a sentirse satisfecho, entre los que se cuentan los cuatro poemas de juventud incluidos en el presente volumen, por deseo expreso del autor. Uno de las piezas más largas que compuso, “The Art of Dying” (“El arte de morir”), conoció sucesivas versiones a partir de 1926; la última de las cuales puede remontarse a 1934. Y en marzo de 1927, publicó en el diario The Dial un poema titulado “Once I Did Think” (“Una vez pensé”), el primero y el último que dio a las prensas, cuando aún firmaba con su nombre de pila. Sus versos se articulan en torno al tema de la muerte, una preocupación que le acompañaría de manera obsesiva hasta el final prematuro de su vida. El joven Christopher era, en opinión de sus contemporáneos, pequeño de estatura, moreno, de ojos castaños, frente despejada y mirada sincera. Su carácter independiente y reservado, unido a una actitud extremadamente intelectual, con cierta propensión al humor, constituían los rasgos más sobresalientes de una personalidad enérgica, dedicada con todas sus fuerzas a ampliar la conciencia y la libertad del ser humano.

La forja de un escritor

A partir de 1928, alternó su labor como periodista y publicista con la publicación de libros de muy diversa índole, que en poco más de seis años llegarían a la docena: cinco sobre el emergente mundo de la aeronáutica y siete novelas policiacas, ambientadas en ambientes sociales muy diferentes: Crime in Kensington (1933), Fatality in Fleet Street (1933), The Perfect Alibi (1934), Death of an Airman (1934), The Corpse with the Sunburnt Face (1935), Death of a Queen (1935) y The Six Queer Things (1937). Christopher dedicó la mitad de su obra al crimen y al vuelo, actividades que, según Samuel Hynes, parecen representativas del momento. Al mismo tiempo, y a breves intervalos, compuso varias tandas de versos, con diferencias considerables de estilos y de técnicas, que dejaría inéditas, a excepción del poema aparecido en The Dial, que le reportó considerables muestras de aprecio. A todo lo cual cabe añadir: un libro de aforismos al estilo de Nietzsche, dos colecciones de cuentos a la manera de Kafka, escritas durante el verano de 1934-1935, tres obras de teatro y un primer poema político en clave paródica sobre el acuerdo naval anglo-alemán.
A finales de 1934, y paralelamente a su condición de periodista y poeta en ciernes, comenzó a interesarse por las obras de los clásicos del marxismo, que subvirtieron radicalmente su apoliticismo juvenil y le mostraron una nueva manera de ser y de estar en el mundo. Durante este periodo de conversión comenzó a preparar Illusion and Reality, que entonces titulaba Verse and Mathematics. En diciembre de ese año se estableció en Poplar (Londres) y el verano siguiente lo pasó en Porthleven (Cornwall), inmerso en las obras de Marx, Engels y Lenin, de Bujarin, Plejanou y Stalin. Allí continuó el borrador de su estudio sobre la función social de la poesía, que concluyó en septiembre. Algunas partes las extendería en lo que iba a ser Romance and Realism: A Study in English Bourgeois Literature, que permaneció inédita hasta 1970. En mayo de 1935, había publicado This my Hand, su primera novela seria, bajo el seudónimo de Christopher Caudwell, que adoptaría como nombre literario a partir de ese momento. Se trata de una primera novela de clara orientación psicológica, en la que destaca un amplio conocimiento teórico de los mecanismos mentales que determinan cada forma de ser y de pensar, aunque no consigue armonizarlos con la experiencia vivida.
A finales de 1935, después de acabar su libro de poética en Cornualles, se incorporó a la sección local del Partido Comunista de Poplar, barrio popular del municipio londinense de Tower Hamlets, y colaboró de forma activa en esta organización. A partir de este momento, rompe el aislamiento en que había vivido hasta entonces, comparte habitación con varios de sus nuevos camaradas y descubre en sí mismo nuevas posibilidades de sociabilidad. En poco más de un año de actividades públicas, entre conferencias sobre literatura y manifestaciones contra el fascismo, se ganó la confianza de sus compañeros de partido. Poco antes de iniciar su activismo político, había empezado a redactar Studies in a Dying Culture, y tuvo un primer borrador acabado en abril de 1936. Durante el verano de este año continuó la revisión del mismo, y su ampliación en Further Studies in a Dying Culture, al tiempo que desarrolló el estudio sobre física hasta alcanzar la extensión de un libro, The Crisis in Physics, cuya primera edición aparecería en 1939. Y aún dejaría inédito Inheritance and Development: a Study on Bourgeois Biology, un trabajo determinante sobre biología dialéctica que sería rescatado en 1986, medio siglo después de su redacción, debido a las resistencias estalinistas del anquilosado Partido Comunista inglés.

Caudwell: Vida y poesía

Detengamos el orden cronológico y echemos la vista atrás por un momento. Durante el año de 1927, escribió la mayor parte de los versos que aparecerían posteriormente en Poems (1939), seleccionados por su amigo Paul Beard a partir de una gran cantidad de manuscritos, excepto Orestes, que podría haberse escrito algo antes. El epígrafe de la colección, que iba a resultar profético, da cuenta de su labor como traductor, a la que se deben algunas versiones de las Odas de Horacio y de la Antología palatina. “Tierra del fuego” recoge un incidente ocurrido en la colonia española de Sudamérica y trasmite la irrelevancia de la moral frente a las relaciones de poder. “Essay on Freewill” (“Ensayo sobre el libre albedrío”) plantea la dificultad de preservar la identidad personal frente a las asechanzas de la muerte. Ambos poemas se sustentan, en opinión del profesor D. E. S. Maxwell, autor de Poets of the Thirties, que compartimos, sobre ciertas ideas marxistas: el intento de establecer una relación causal entre el medio social y la actividad de los seres humanos, entre los intereses individuales y los fines colectivos.
Otras composiciones presentan la imagen del poeta o creador en la sociedad burguesa de entreguerras, una sociedad al borde del colapso. “Was it?” (“¿Fue eso?”) pone de relieve la coerción de las normas sociales por medio de una sucesión anafórica de preguntas sobre diferentes hábitos y costumbres; de ahí que el escritor moderno se sienta abocado a cuestionar su propia actividad. “The Stones of Ruskin” (“Las piedras de Ruskin”) sondea abiertamente la prognosis marxista del poeta o artista moderno, una figura en franco proceso de transformación; de modo y manera que pueden observarse diferentes tipos de bardos en función de la actitud que muestren ante la sociedad: unos, abocados a una muerte prematura y romántica (“los muertos de hambre en buhardillas o ahogados en los golfos); otros, complacientes con el éxito social (“pueden llegar a imitar a los a los hombres de negocios”); los más sabios, recluidos en su mundo interior (“o a lo peor se desligan del teatro de la vida”); y, finalmente, los que renuncian definitivamente a la poesía (“hasta que cierren la boca sus hermanos de locura”).
El tono fantasmal y sombrío de algunas composiciones incluidas en los “Twenty Sonnets of W. M. Smith” (“Veinte sonetos de W. M. Smith”) evoca el clima enigmático de “Once I Did Think” (“Una vez pensé”) y algunas partes de Orestes. El empleo del tradicional soneto contrasta vivamente con los sentimientos y valores burgueses maltrechos (Soneto IX), en pensiones y hoteles de mala muerte (Soneto XII), al tiempo que ridiculiza algunos clichés románticos. “The Art of Dying” (“El arte de morir”), la composición más larga del conjunto, como se dijo más arriba, conoció varias versiones; en ella se postulan, con un tono elegíaco, levemente irónico, diferentes respuestas a la pregunta que el poeta se había planteado desde sus inicios: ¿cómo hallar la perfección, salvo en la muerte? El desaliento emocional del poema aparecido en The Dial deja paso a una visión secular, curiosamente mística, del mundo de la muerte.
La poesía de Christopher Caudwell responde, como no podía ser de otra manera, a las características que él mismo postuló en Illusion and Reality a propósito de la poesía contemporánea, a saber: “La poesía es rítmica, intraducible, irracional, no-simbólica, concreta y está caracterizada por emociones estéticas condensadas”. Con frecuencia adolece de culturalismo. El lema del libro es una traducción de la Antología palatina realizada por el propio Caudwell; los últimos versos de “Classic encounter” (“Encuentro clásico”) aluden a la impetración de Hécuba a Zeus, expresada en Las Troyanas (líneas 884-887); “Orestes” recrea el mito griego en clave existencial, como poco después haría Jean Paul Sartre en el drama Las moscas. Y así podríamos continuar. Otras veces privilegia la intertextualidad, como ocurre, por ejemplo, en los poemas “Sonnets of W. M. Smith” (“Sonetos de W. M. Smith”) “In Memoriam T. E. Shaw” o “Thoughts from an English Guest” (“Pensamientos de un invitado inglés”), en cuyos versos resuenan ecos de Christopher Marlowe, W. B. Yeats y Robert Burns, respectivamente.

La anábasis española

La Guerra Civil española tuvo, como es sabido, una enorme influencia en Europa y, en particular, entre los poetas, intelectuales y artistas ingleses de los sombríos años treinta. En una conocida encuesta, Authors Take Sides on the Spanish War (Los autores toman partido en la guerra española), publicada en Londres por la revista cultural de izquierdas Left Review, ciento veintisiete escritores británicos expresaron su apoyo a la causa republicana. Entre los miles de voluntarios extranjeros que acudieron a España en apoyo de la República, había una cantidad elevada de hombres de letras, como Julian Bell, John Cornford, Charles Donnelly, Ralph Winter Fox, Christopher St. John Sprigg, por citar solamente a los cinco que no volvieron a su tierra, o George Orwell y Tom Wintringham, que regresaron heridos. Este último era director de Left Review y corresponsal del diario comunista Daily Worker en Barcelona, y ejerció de comandante del Batallón Británico en la infausta batalla del Jarama, durante la que perecería Christopher Caudwell, junto a otros 275 brigadistas del Reino Unido.
A la vista del avance irrefrenable del fascismo en España, la sección del Partido Comunista de Poplar emprendió una campaña de solidaridad, en la que Christopher Caudwell se reveló como uno de los colaboradores más destacados; un Caudwell que, en opinión del profesor Valentine Cunningham, “desde su reciente conversión al comunismo, se había convertido por su propio esfuerzo y valor en el crítico literario marxista más serio y original de la Gran Bretaña”. En noviembre habían reunido el dinero suficiente para adquirir una ambulancia, que Caudwell se encargaría de conducir a través de Francia. El 9 de diciembre de 1936, a punto de coger el volante en dirección a España escribe: “Ya sabes qué opino acerca de la locura total que representa la guerra, pero también conoces mi parecer acerca de la importancia de la libertad democrática”. Los éxitos de Mussolini en Italia, de Hitler en Alemania y el pronunciamiento de Franco en España, no dejaban otra salida. Y, dos días más tarde, el 11 de diciembre, parte con destino a España, “como conductor en un convoy de camiones”.
Una vez en tierra española, se incorporó con sus compañeros al Batallón Británico que se instala en el pueblecito de Madrigueras (Albacete), donde recibirían un adiestramiento deficiente durante poco menos de dos meses, según el escultor Janson Gurney. En una carta fechada en la localidad albaceteña, Caudwell explica: “Comienzo a sentirme un soldado veterano, y ya actúo como instructor de ametralladoras de nuestra sección. Soy delegado político del grupo, el redactor adjunto del periódico mural y tengo cargo político, de manera que, como podéis ver, no malgasto el tiempo libre”. Entretanto, sus compañeros de armas y letras comenzaban a caer en el teatro de operaciones. Alrededor del 27 de diciembre, moría el jovencísimo John Cornford en el frente de Lopera (Jaén). Y el 5 de enero de 1937, John Strakey anunciaba, en el Daily Worker, la muerte de Ralph Winston Fox, que se incorporaba así a “la gran tradición de escritores ingleses que han luchado y han muerto por unas ideas defendidas ya con la pluma”.
Urgidos por los sucesos que tuvieron lugar la noche del 10 al 11 de febrero en el sureste de Madrid, los brigadistas abandonaron el cuartel general de Madrigueras para incorporarse al frente del Jarama, entre San Martín de la Vega y Morata de Tajuña. Los acontecimientos que iban a tener lugar al día siguiente, el 12 de febrero de 1937, forman parte de la leyenda del Batallón Británico en la pequeña anábasis del Jarama. De los cuatrocientos brigadistas que entraron en combate, doscientos setenta y cinco perdieron la vida aquel primer día. Entre ellos estaba Christopher Caudwell. Uno de sus amigos, compañero del XV batallón, dio parte de su muerte: “Más tarde me puse en contacto con uno de los integrantes de su batallón, que fue herido durante la retirada, y me dijo que la última vez que vio a John estaba cubriendo la retirada, con los moros a menos de treinta yardas de distancia” Y concluye: “Pregunté por él a todos nuestros camaradas durante los siete días subsiguientes, mientras estuve en el frente, pero nadie lo había vuelto a ver. Es obvio que nunca logró salir de la montaña”.

A modo de conclusión

Aunque la vida de Christopher Caudwell fue similar a la de muchos jóvenes ingleses de su edad, inmersos en la vorágine de los años treinta, su obra hubo de reportarle un significado propio, debido a su papel en la formación de la tradición historiográfica de los intelectuales marxistas del siglo pasado. El historiador Eduard Palmer Thompson, deudor declarado de Caudwell, pudo escribir: “Studies in a Dying Culture sigue siendo, junto con The Spirit of the Age de Hazlitt (con el que se puede comparar en algunos aspectos), un diagnóstico relevante de un momento concreto de la historia intelectual”. Para Vicente Romano, traductor del autor a nuestro idioma, “su aportación más destacada a la estética marxista es su teoría de la función de la literatura: ampliar la conciencia y la libertad del ser humano”. Hace ochenta y tres años que Christopher Caudwell perdió la vida en los altos olivares que dan a la vega del Jarama; pero sus ideas, sus mejores ideas, aún nos siguen concerniendo, y sus palabras, en verso o en prosa, continúan hablando a quienes quieran escucharlas.

VOLVER


LOGO GRUPO POLIBEA

Grupo Polibea
Qué es Polibea Literaria

Contacto


Aviso Legal
Cookies
Política de privacidad